Hay muchas cosas que no puedes controlar: la actitud de los demás, cómo piensan, el clima con el que empiezas el día, si habrá tráfico o no.
Pero la gran noticia es que no importa las circunstancias en las que te encuentras, existen varias cosas de las que puedes adueñarte, tomar el control y cambiar el rumbo de tu vida.
Una de las cosas sobre las que si tienes un absoluto control es tu ACTITUD.
Es decir, eres dueño de cómo eliges responder antes las circunstancias y quién decides ser ante el cambio.
¿Cómo te adueñas de tu actitud?
A continuación, te ofrezco siete simples, pero poderosas decisiones para tomar control sobre tus respuestas ante lo que te sucede aumentar tu capacidad para manejar el cambio.
1. En vez de evadir… decide asumir
Toma todo lo que te afecta en la vida ahora mismo. Haz una especie de lista mental.
¿Qué cosas de esa lista tienen que ver contigo?
Cuando las cosas no son como las quisiéramos es muy fácil apuntar hacia afuera y buscar un culpable.
El reto (y la esencia de la madurez) está en asumir lo que es tuyo: la forma en que tú has contribuido a lo que hoy sucede y la oportunidad que tienes para cambiar las cosas.
Si evades tu responsabilidad, niegas tu poder y tu capacidad para aprender.
Cuando asumes lo que te corresponde te adueñas de tu vida. Tomas conciencia sobre lo que puedes aprender y mejorar.
2. En vez de resistir… decide aceptar
Acepta lo no puedes cambiar.
Por más que nos esforcemos, gritemos, rabiemos o lloremos, hay ciertas circunstancias que no podemos cambiar. Al menos no tan rápido como quisiéramos.
Tu infelicidad, estrés, ansiedad y frustración aumentan cuando resistes lo que te sucede. Y peor aún, cuando lo niegas.
Al hacerlo le das poder a aquello que estás resistiendo. Aceptar te ayuda recuperar tu poder y sentirte mejor.
¿Esto quiere decir que aceptes todo lo malo en tu vida?
De cierta forma.
Pero ten mucho cuidado, aceptar no es igual a no hacer nada al respecto.
No me refiero a quedarte con lo que aceptas y nunca mover ni un dedo creyendo que esa es y será tu realidad por el resto de tu vida.
Aceptar es ser honesto contigo mismo.
Mientras te sigas engañando que no tienes sobrepeso, no harás nada para mejorar tu salud y cuerpo. Mientras te sigas mintiendo sobre tus problemas financieros, siempre te encontrarás en número rojos, con mucho mes antes del siguiente pago.
Que quede claro: no te estoy sugiriendo que te resignes, eso es ser mediocre.
Puedes aceptar las circunstancias actuales, por el simple de hecho de que en este momento son eso, circunstancias actuales. Circunstancias que puedes decidir cambiar.
Aceptar la posibilidad de comenzar de nuevo, esta vez con más fuerza y compromiso, es darte cuenta de estás en el ahora.
Es darte cuenta de las decisiones buenas y malas que has tomado y que te han llevado a donde estás ahora. Sobre todo, es darte cuenta que tienes el poder de decidir mejor en este instante para crear un futuro diferente.
En este instante en tu vida: ¿qué puedes aceptar?
¿Qué puedes dejar de resistir?
3. En vez de resignarte… decide aprovechar
Así como es importante aceptar lo que está sucediendo, también es fundamental aceptar tus posibilidades para actuar y transformar tu futuro.
Esto marca la diferencia entre la resignación y la ambición.
La primera te dice: “Esto es lo que hay… confórmate con ello”.
Mientras que la segunda te dice: “Esto es lo que hay… pero puedes mejorarlo”.
Aprovechar lo que hay ahora en tu vida implica un cambio de paradigma tremendo.
Dejas el papel de víctima y asumes el papel de creador. La vida ya no es algo que te sucede, es algo en lo que tienes un papel protagónico.
También implica un cambio de enfoque.
Decides enfocarte en lo que puedes hacer, en lo que sí puedes controlar, en aquello sobre lo que si puedes impactar y te es posible llevar a cabo. Y dejas de obsesionarte por todo aquello que está fuera de tu alcance o control.
¿Qué oportunidades puedes aprovechar?
¿Sobre qué puedes tomar el control y responsabilidad, y al hacerlo ver cómo tu vida toma un nuevo rumbo?
Cuando identificas tus oportunidades y decides actuar para aprovecharlas dejas de sentirte el efecto y te conviertes en la causa.
4. En vez de dudar… decide creer
Decides creer en aquello que contribuye a tu éxito, aquello que está para hacerte más fuerte o creer en aquello que es lo mejor para ti, para tu vida y tus metas.
O, decides creer en todas aquellas cosas que alimentan tus dudas, miedos y aparentes limitaciones.
Siempre estás decidiendo.
El miedo y la fe son fuerzas muy similares. Ambos alimentan aquello que nos ves, que solo está en tu mente, que puede ocurrir.
La diferencia es que una te empuja a vivir una vida llena de limitaciones y frustración; mientras que la otra te ayuda a explotar tu máximo potencial y construir la vida que quieres.
De nuevo: siempre decides a cuál fuerza entregarte.
Cuando alguien dice que tienes muchos problemas que no es capaz de superar, está diciendo algo muy sutil, que eres más pequeño que tus problemas.
Dentro de ti, afirmas la idea (una y otra vez) que no puedes, que eres débil y que tus problemas son una especie de gigantes con los cuales nunca podrás batallar.
Lo único que te queda es resignarte a vivir de esa forma. Refugiarte a la idea de que algunos nacen con buena estrella, mientras que otros nacen estrellados.
Quizás estás decidiendo hacerle caso más a tus miedos que a tu potencial.
Quizás estás decidiendo ver más los problemas que las oportunidades.
Quizá estás decidiendo ver lo que puedes perder, en lugar de todo lo que puedes ganar.
¿Estás eligiendo creer que tus problemas son más grandes que tú?
O, ¿estás eligiendo creer que eres más grande que ellos?
¿Estás decidiendo ser el efecto de tus circunstancias actuales?
O, ¿declaras que tienes el control y capacidad para salir adelante?
5. En vez de maldecir… decide agradecer
¿De cuántas cosas podrías estar agradecido hoy en tu vida?
Se habla mucho de la gratitud, pero sólo puedes experimentarla cuando decides usarla en tu vida.
Cuando decides cambiar tu enfoque de aquello sobre lo cual maldices y declaras que no quieres más en tu vida, a aquello que, si puedes agradecer, que es maravilloso en tu vida, de lo cual puedes sentirte bendecido y muy feliz.
Ser agradecido es un excelente antídoto ante las sensaciones de desesperanza ya que te permiten conectarte con la abundancia y magia de tu vida.
Agradecer te permite enfocarte en lo que tienes, para continuar atrayendo más de ello, en lugar de enfocarte en aquello que te hace falta.
En la gratitud, los miedos desaparecen, se desvanecen ya que te das cuenta que has recibido y tienes más de lo que creías.
Conéctate con ella y no olvides los miles de regalos que has disfrutado en forma de experiencias, amistades, aprendizajes, momentos únicos, oportunidades y amores.
Y te dejo con una pregunta:
¿Qué podrías agradecerle a la vida en este momento?
6. En vez de sólo desear… decide comprometerte
La única forma de obtener resultados diferentes es haciendo cosas distintas. Eso lo tenemos claro, así que: ¿qué vas a cambiar para lograr sentirte mejor?
Tus hábitos cotidianos pueden reforzar tu energía y debilitar todas esas emociones de bajo nivel de energía. Algunos cambios simples pueden hacer una gran diferencia.
Por ejemplo: ¿Qué pasaría si eligieras leer menos la prensa diaria y evitar el maratón de noticieros nocturnos en televisión justo antes de acostarte?
Te apuesto algo: el mundo no va a cambiar porque tú dejes de ver, escuchar o leer noticias, pero tu salud mental si puede beneficiarse enormemente de una adecuada desinfoxicación de contenido.
Algunos ven el compromiso como algo arcaico. Con tantas oportunidades, con tantos nuevos productos, con tantas experiencias por disfrutar, comprometerte con una cosa la sienten como si se cortaran las alas.
La cultura del consumismo es muy buena para propiciar que deseemos más, más y más.
Bajo esa bandera se halla implícita la idea de que más siempre es mejor. Pero no lo es. Lo cierto es lo contrario: somos más felices con menos.
Cuando nos sobrecargan con oportunidades y opciones, sufrimos lo que los psicólogos llaman la paradoja de la elección. Cuantas más opciones nos den, menos satisfechos nos sentiremos con lo que escojamos.
Y sucede así porque somos conscientes de todas las otras alternativas de las que nos estamos privando. Creemos que el compromiso doblega nuestra libertad, que atarnos a una cosa nos limita.
Pero algo sucede cuando te comprometes, ya sea con una meta, con una persona, con un propósito. En el compromiso hay una libertad y una liberación. El compromiso te brinda libertad porque ya no estás distraído por lo que no tiene importancia o por lo que es frívolo.
El compromiso te da libertad porque perfecciona tu atención, tu perspectiva. Las dirige hacia lo que hace más sano y feliz de manera eficiente.
El compromiso logra que tu toma de decisiones sea más fácil y elimina cualquier temor de estarte perdiendo algo mejor.
Sabiendo que lo que ya tienes es suficientemente bueno, ¿para qué te desgastarías en perseguir más y más y más?
El compromiso te permite centrarte con atención en un puñado de metas sumamente importantes y lograr un mayor grado de éxito de lo que conseguirías de otro modo.
¿Con qué simples cambios te comprometes para lograr lo que necesitas para sentirte mejor?
7. En vez de preocuparte… decide ocuparte
El antídoto para tus preocupaciones es y siempre será el ocuparte. Ponerte en acción. Moverte hacia lo que quieres.
Hay situaciones que definitivamente escapan de nuestro control. Hagamos lo que hagamos no podemos hacer nada o muy poco para cambiarlas. No podemos influir sobre ellas. Entonces, ¿qué objetivo tiene preocuparse por aquello que escapa de ti?
¿Algo te preocupa?
¿Está en ti hacer algo al respecto?
Si es así, ponte en acción. De lo contrario, acepta que eso escapa de tu círculo de influencia y decide soltarlo para hacerte cargo de las oportunidades que si puedes aprovechar.
Quizás no puedas cambiar tus circunstancias en este momento, pero si puedes elegir una actitud que te permita aceptar las cosas como son, sin obsesionarte por cambiarlas.
En su lugar, aprovéchalas, cree que pueden ser diferentes, agradece lo que tienes, comprométete a lograr lo que quieres y ponerte en acción.
Entonces:
¿Qué vas a asumir?
¿Qué vas a aceptar?
¿Qué vas a aprovechar?
¿En qué vas a creer?
¿Qué vas a agradecer?
¿Con qué te vas a comprometer?
¿De qué si te vas a ocupar?