Has probado muchas cosas.
Has seguido un montón de consejos.
Pero como a muchos, nunca pareces cambiar.
A momentos haces pequeños ajustes en tu vida, pero siempre hay un patrón de comportamiento que no puedes romper… y los días, semanas y meses pasan sin ver cambio alguno
Ves este patrón de comportamiento en diversas personas y de diversas formas.
- Un amigo que no deja de perseguir mujeres a las que no les gusta, pero son atractivas.
- Tu hermana volviendo con el mismo idiota que no la respeta.
- Tu viejo amigo de colegio que sale de un trabajo que detesta para conseguir otro empleo que destetará en unos meses.
- Tu propio temperamento incontrolable que te ha costado más de una relación.
¿Por qué sucede esto?
¿Acaso todas estas personas tienen la intención de permanecer igual?
Todo lo contrario, ansían el cambio – la mejora –, pero hay algo que no tienen claro aún y de eso se trata lo que vas a leer hoy.
¿Por qué no cambiamos?
Cada persona tiene la capacidad de mejorarse a sí mismo y con base a esa mejora, alcanzar sus sueños.
Pero hay ciertas razones que impiden ese cambio y podrías resumirlas en dos:
1. No creen que puedan cambiar
Piensan que siempre han sido así y que no hay nada que puedan hacer al respecto. Tal vez hay algo roto en ello.
Algo que los hace diferentes y especiales con respecto a los demás y por eso no pueden cambiar.
Asumen (y así lo han interiorizado) que no son lo suficientemente atractivos, geniales o inteligentes para lograrlo.
Creen que en la vida sólo hay una oportunidad para lograr su éxito, y la de ellos pasó hace mucho.
2. En realidad, no quieren cambiar
Están cómodos, no ven la necesidad de hacer grandes cambios en su vida.
No han visto el valor de mejorarse a sí mismos, de convertirse en personas más valiosas. Creen que es inútil y una pérdida de tiempo.
Sus miedos son más grandes que sus deseos. Miedos que están disfrazados de seguridad y autosuficiencia.
Creen conocerlo todo y no necesitar aprender más.
Quizás están tan sumergidos en la mentalidad de víctima que disfruta de quejarse y sentirse miserable.
A menudo porque hacerlo les atrae la simpatía o intención de otros.
Entonces, ¿cómo hacemos posible el cambio?
Charles Duhigg, autor del libro El Poder De Los Hábitos, descubrió que el cambio se reduce a dos cosas:
Crear hábitos más saludables y productivos:
Hábitos que te ayuden a alcanzar nuevos objetivos por más pequeños que sean y que conduzcan a un cambio duradero.
Internalizar creencias de que es posible cambiar:
Y parte de esto comienza dando un salto de fe.
A medida que veas pequeños cambios en tu vida esas experiencias refuerzan positivamente que es posible el cambio.
Ahora aquí viene lo interesante.
Ambos obstáculos para el cambio son completamente mentales.
Nada tangibles o físicos. Todo está en tu cabeza.
Si crees que no estás capacitado lo suficiente o que no tienes la información necesaria, recuerda que vivimos en la era de la información.
Hoy más que nunca es extremadamente fácil aprender de cualquier tema que se te ocurra.
Si crees que ya es tarde para ti, que has fracasado tantas veces y que el éxito te rehúye, recuerda que tu pasado no dicta tu futuro.
Si aprendes de tus errores, en lugar de errores se convertirán en sublimes lecciones de crecimiento.
Si crees que eres poco atractivo o extremadamente tímido, recuerda que el atractivo de una persona no depende única y exclusivamente de la belleza física.
Hay cualidades y habilidades invaluables que puedes aprender, practicar y cultivar que están muy por encima del atractivo convencional.
Como lo dijo Henry Ford:
“Si crees que puedes o crees que no puedes, tienes razón”.
¿Y por qué deberías cambiar?
Sé que muchas personas no ven los beneficios del crecimiento personal y están obsesionados por recompensas inmediatas.
Cada vez que pensamos en este surgen preguntas interesantes:
“¿Por qué debería cambiar?”
“¿Por qué hacerlo ahora?”
“Al final, ¿cuál es el punto de tanto esfuerzo para cambiar?”
Tal vez tu vida no se tan mala. Incluso puede que estés algo contento con tu realidad actual.
Pero… hay una pequeña parte de ti que quiere más.
Hay dos voces en tu cabeza.
Una de ellas te dice:
“Tranquilo, relájate, tómalo con calma. Después de todo, la vida está para disfrutar y para no estresarse”.
En cambio, la otra voz te dice:
“¿Si pudiéramos lograr esto? ¿Cómo cambiaría nuestra vida? ¿Por qué no lo intentamos?”
A dónde llegues dependerá de a que voz elijas escuchar.
La primera voz representa la gratificación instantánea. Representa esos pequeños esfuerzos que haces para recibir un resultado inmediato.
La segunda voz, es la que te conduce a la felicidad y realización a largo plazo.
Puedes disfrutar del ahora, pero eso no significa que debas descuidar tu mañana.
Lo peor de enfocarte sólo en los resultados inmediatos es que años más tarde te encontrarás atrapado en la misma situación. Sentirás un vacío en tu vida, una falta de propósito, experimentarás problemas más grandes.
Todo esto sumado a que sentirás más viejo y con más arrepentimiento de no haber hecho los cambios que sabias que tenías que hacer hace años.
Jim Rohn lo dijo mucho mejor:
“La disciplina pesa onzas, el arrepentimiento toneladas”.
Entonces, ¿cómo puedo cambiar?
Ahora que ya has aceptado que puedes y debes cambiar, es momento de entender cómo puedes hacerlo.
Para ello quiero que tomes muy en cuenta los siguientes pasos que puedes aplicar hoy mismo.
1. Crear una lista de objetivos
Un objetivo que no está en papel es sólo un pensamiento que te hace sentir bien, te reconforta, pero no cambia tu vida.
Toma una hoja de papel y escribe tus objetivos.
Pregúntate:
¿Qué quiero lograr en el próximo año?
¿En 6 meses?
¿En un mes?
¿Esta semana?
Escribir esas ideas las hace más concretas y te empuja a pensar en formas de cómo lograrlas.
2. Divide los objetivos en pequeños pasos
Muchos abandonan sus metas a los pocos días o semanas.
Sé desaniman ya que ven su meta como un todo, algo enorme, que requiere un esfuerzo sobre humano y eso los hace sentir abrumados.
Mejor dicho, su mente, percibe todo ese esfuerzo y los hace huir de ello.
Si divides tu meta en pasos más pequeños y manejables, lograr tu meta ya no es cuestión de azar o de ser un súper humano, lograr tu meta es sólo una consecuencia de un paso tras otro.
Pequeños pasos, grandes avances.
3. Reemplaza tus malos hábitos con hábitos mejores
Muchos de los malos y destructivos hábitos que tenemos son el resultado de haber vivido mucho tiempo en piloto automático.
Has creado toda una rutina inconsciente que te lleva a esos hábitos una y otra vez. Día con día.
En este paso tienes que identificar esos factores desencadenantes y la recompensa que obtienes para empezar a cambiarlas.
Una vez que los encuentres, empieza a reemplazarlos con hábitos que si te potencien.
4. Elige bien tus herramientas de cambio
Es posible construir una casa con un martillo, pero ¿qué pasaría si te dieran una pistola de clavos?
A medida que avances por ese camino hacia tu mejor versión debes corregir el rumbo, cambiar hábitos y encontrar mejores herramientas que te impulsen a sobrepasar esos retos.
En algún momento las herramientas que tengas no serán suficientes para los desafíos que se te presenten. Lo cual es normal.
Lo que hoy aprendes puede que en 5 o más años ya no sea suficiente y por ello debes mejorar tu conocimiento y habilidades.
Mejora tu arsenal de herramientas para poder superar retos constantemente.
El cambio es posible si tomas el poder de la decisión.
Si decides que ya es suficiente lo has vivido hasta hoy.
Si decides que realmente quieres lograrlo y te das a la tarea hacerlo.
Pero, debes tomar esa decisión.